La compañía líder en el sector de alimentación al por menor en España, Mercadona, ha anunciado su compromiso de adelantarse a la normativa europea, por la que se restringe la venta de bolsas de plástico.
Si bien en un principio las empresas tienen hasta 2020 para implementar esta medida, algunas compañías como Lidl ya han aplicado el cambio y solo venden bolsas de papel o de rafia. Mercadona ha confirmado que también se adelanta a la fecha oficial de este cambio, aunque lo cierto es que lleva meses aplicando una prueba piloto en varias de sus tiendas.
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La prueba comercial de Mercadona con bolsas de papel
Mercadona inició en el mes de mayo de 2018 un proyecto que anticipaba el trasvase a bolsas de papel. En 11 tiendas de diferentes localidades españolas, ofertaba a los clientes bolsas de papel en 2 tamaños, bolsas de rafia y también bolsas de plástico.
Una vez analizado el impacto de estas ofertas y los intereses de los clientes, Mercadona ha evolucionado esta prueba comercial. Ahora las tiendas sobre las que se aplica son 66 y ya no hay plástico tradicional, sino plástico reciclado. Además, las bolsas de papel se han unificado en un solo formato, se mantiene la bolsa de rafia y se elimina la opción existente de optar por cajas de cartón.
Consecuencias de la normativa del plástico en 2020
Según la normativa impuesta por la Unión Europea, ningún comercio de un país miembro podrá utilizar en su actividad bolsas de plástico que no sean biodegradables.
Esto implica dos consecuencias, una relativa al cambio que deben realizar las empresas afectadas y, por otro lado, también un cambio de hábitos de consumo de los clientes.
Mercadona también fue de las primeras en incentivar este cambio de mentalidad, al empezar a cobrar por las bolsas de plástico a los clientes. Como al resto de empresas del sector, esto le suponía unos ingresos extra, pero también incomodidades con los clientes hasta que el cambio en el hábito se ha hecho fehaciente.
En la actualidad, las bolsas de plástico cada vez se venden menos y, como indicó Lidl, la pérdida de ingresos generada es asumible y menos notoria al poder vender otras alternativas. La bolsa de rafia, por ejemplo, es una de las adquisiciones más común en los supermercados y, poco a poco, el papel y el plástico reciclado reclaman su protagonismo.