La empresa japonesa Toshiba tiene 140 años de historia y es todo un referente, tanto en la actualidad tecnológica, como en la historia de la producción de sistemas electrónicos. Sin embargo 2017 está siendo el peor año fiscalmente hablando para la compañía, derivado supuestamente de una inversión fallida en la industria nuclear.
Toshiba actualmente presenta pérdidas por valor de 8.300 millones de euros, un balance negativo al que la compañía jamás se había tenido que enfrentar y que ya está motivando el planteamiento de estrategias económicas de respaldo.
La primera de estas estrategias pasa por una reorganización empresarial del grupo, dividiendo así en cuatro sus líneas empresariales como electrónica, telecomunicaciones, infraestructuras de carácter social y sus servicios informativos).
Esto permitirá una mejor gestión económica y desvinculará unas empresas de otras, evitando que el mal desarrollo de una no pueda afectar a otra, al menos de una manera tan directa como hasta ahora estaba sucediendo.
La otra decisión que Toshiba plantea hacer oficial en poco tiempo es la de la venta de ciertos departamentos, principalmente el de semiconductores. Los analistas consideran en la mayoría de casos que esta decisión es un error.
Tanto para Toshiba como para otras empresas, como Samsung, la fabricación y/o comercialización de semiconductores constituye una de las principales vías de ingresos con las que muchas compañías consiguen estabilizar su contabilidad general. La misma Toshiba reconoce que esta división supone hasta el 80% de sus ingresos actuales.
Sin embargo, el argumento de Toshiba para deshacerse de esta línea de negocio responde más bien a una necesidad acuciante de sanear las cuentas de forma rápida y efectiva, para posteriormente buscar nuevas soluciones de rentabilidad.
Algunas empresas ya han confirmado que podrían invertir en la compra de esta línea de negocio de Toshiba hasta 27.000 millones de euros, lo que motivaría un saneamiento directo de toda la contabilidad de la empres ay una enorme liquidez que podría reinvertirse en nuevos mercados tecnológicos o relacionados, con los que la compañía podría vislumbrar un futuro lo más parecido posible a la situación que han disfrutado las últimas décadas.